My first MG

Me acuerdo perfectamente del día que me regalaron las joyas que iba a lucir en mi primera comunión.  Fue un momento que me hizo sentir importante, valiosa y hasta mayor.

Era algo valioso, las primeras joyas de valor que entraban en mi joyero. Algo que  iba a conservar y que me iba a acompañar siempre. Recuerdo mi ilusión de ese día y puedo sentirlo cada vez que abro el joyero y las veo.

Aunque ahora ya no las llevo, las llevé por mucho tiempo y nunca perdieron su valor, al contrario, joyas que se han revalorizado a lo largo de los años.

Las joyas de la vida de una mujer no son cosas temporales que quedarán olvidadas en un cajón. Es verdad que las modas han cambiado, y hoy en día ya no todas las niñas hacen la comunión, pero la ilusión que sienten al recibir sus primeras joyas de mayor sigue siendo la misma.

Una de las cosas más maravillosas de las joyas es que se cargan con las emociones y los sentimientos que provocan en nosotras cuando alguien nos las regala, y dichas emociones podemos revivirlas una y un millón de veces.

Ahora les toca a nuestras pequeñas, ahora es su momento, y nuestro compromiso que lo vivan y lo disfruten como merecen, como auténticas princesas.

Marina García.

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